Por qué Joe Biden tiene que tragar con los crímenes israelíes en Gaza
Es por la pasta; la nueva economía argentina de Javier Milei; gracias por regalarnos el mercado ruso de automóviles, pringaos, dicen los chinos
Es por la pasta, claro. ¿Por qué otro motivo podría ser? Como escribe aquí Steve Sailer, fácilmente el comentarista político número uno de EEUU por su conocimiento del tema y agudeza, los millonarios judíos estadounidenses (un gran porcentaje de todos los millonarios locales) son particularmente generosos con sus donaciones políticas, y casi perfectamente alienados con los intereses de Israel, país del cual algunos de ellos son también ciudadanos y/o residentes.
Ojo, he escrito “casi perfectamente” porque no quería escribir “perfectamente”. Muchos millonarios judíos y muchísimos estadounidenses judíos no están apenas alineados con la política actual del estado israelí, y de hecho la rechazan de plano. Pero es la realidad que, en momentos de crisis, es particularmente habitual que los millonarios judíos se callen sus objeciones y apoyen a Israel, la gran causa que – en general – unifica a izquierda y derecha en EEUU, incluso entre los no judíos. La forma graciosa de explicar esto es con este fantástico vídeo musical. Ahora sigamos con lo de Sailer, porque las cifras son impactantes:
Hace media década, después de que Nancy Pelosi (Demócrata) se enojara con la descortés representante Ilhan Omar (Demócrata) por decir que el apoyo demócrata a Israel era “solo por los Benjamins” (es decir, billetes de 100 dólares), busqué a los 50 mayores donantes en el ciclo electoral de 2018. Y efectivamente:
De los 675 millones de dólares que donaron los 50 principales contribuyentes, según OpenSecrets, el 53 por ciento del dinero se destinó a candidatos demócratas o causas liberales, el 44 por ciento a republicanos o conservadores y el 3 por ciento a preocupaciones independientes o bipartidistas.
De los 50 principales donantes políticos de cualquiera de los partidos a nivel federal en 2018, el 52 por ciento eran judíos y el 48 por ciento eran gentiles. Se estima que las personas que se identifican como judías representan quizás el 2,2 por ciento de la población.
De los 675 millones de dólares aportados por los 50 principales donantes, el 66 por ciento del dinero provino de judíos y el 34 por ciento de gentiles.
De los 297 millones de dólares que los candidatos republicanos y las causas conservadoras recibieron de los 50 principales donantes, el 56 por ciento provino de personas judías.
De los 361 millones de dólares que recibieron los políticos demócratas y las causas liberales, el 76 por ciento provino de donantes judíos. …
Como Sailer añade, es probable que esta brecha étnica no sea tan desproporcionada una vez que se consideran los contribuyentes por debajo de los 50 principales. Como es obvio, hay muchos más gentiles no ricos que judíos no ricos.
De todos modos, esto es una lucha continua. Con las universidades invadidas por estudiantes propalestinos ruidosos, el lobby judío AIPAC (sí, el mismo que consiguió cargarse a Tiktok en EEUU para que dejara de publicitar vídeos truculentos de Gaza) está afinando el tiro, y se lanzó contra un congresista demócrata negro, Jamaal Bowman, que ha expresado excesivo entusiasmo por la causa palestina. Su rival para la nominación demócrata en el izquierdista distrito de Bowman (que casi garantiza la victoria) era George Latimer, un pro-Israel que ha recibido US$14,5 millones de AIPAC, y que la semana pasada trituró al pobre Bowman. Explica Sailer:
Latimer, de 70 años, director ejecutivo del condado de Westchester, es básicamente Joe Biden si hubiera vivido en un estado grande y competitivo en lugar de uno pequeño (y por lo tanto hubiera sido elegido para el Senado de Estados Unidos a los 29 años): un animoso político centrista, católico, blanco y suburbano. Los demócratas solían tener muchos Biden y Latimer para postularse sin estridencias para cargos públicos, pero ahora escasean.
Si quieren entender por qué Biden traga con todo lo que pide Bibi Netanyahu, aún a regañadientes, ya tienen su respuesta: porque Bibi puede llamar a AIPAC en cualquier momento y garantizar que el presidente sea el próximo Bowman, y no pueda ganar una carrera presidencial que ya está bastante apretada sin que la pasta se vuelva en contra de Biden. No sé si vieron el debate presidencial con Donald Trump. Buf. Hay que odiar mucho a Trump para votar al pobre Joe.
La ventaja de Biden: que como está senil estos problemas ya se le han olvidado, y ahora está pensando en lo buena que estaba Raquel Welch en las pelis de los años 1960. Hasta que un asesor le recuerde que toca otra reunión sobre lo de Oriente Medio.
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