Marcos de Quinto, ex vicepresidente de Coca Cola y controvertido ex político, narra en El Español sus vicisitudes durante la agonía de Abengoa, cuando le propusieron participar en las rencillas para sacar algo del desguace de la que fue un día la mayor compañía tecnológica de Andalucía y uno de los orgullos del franquismo.
Es todo emocionante y dramático, y me recuerda lo que escribí hace un año, con notorio desapego y falta de sensibilidad, sobre el historial de Abengoa como chicharro que ha crujido las esperanzas de miles de inversores minoristas y se ha fundido incontable sumas de dinero público. Dejemos que De Quinto se explique:
A finales de 2020 fui contactado por responsables de lo que se hacía llamar “Plataforma Abengoa Shares”, compuesta por accionistas minoritarios de Abengoa, S.A. cuya participación rozaba entonces el 20% de su capital social.
Su cometido, así expresado y anunciado públicamente por sus responsables, era derrocar al consejo de administración entonces vigente y sustituirlo -bajo mi presidencia- por un nuevo consejo en el que participaría gente de la talla de Verónica Vargas Girón, Eva Ballesté Morillas, Pedro Flores Domínguez-Rodiño, Margarida Smith, Jordi Sarrías, Juan Pablo López-Bravo o José Ignacio Trillo Garrigues. Vaya para todos ellos mi gratitud y afecto por tantas y tantas horas dedicadas gratuita y desinteresadamente a trabajar por la salvación de dicha compañía y de su filial Abenewco 1, S.A.U.
La pretensión entonces de la Plataforma consistía esencialmente en conseguir a todo trance la destitución del Consejo presidido por Gonzalo Urquijo. El estado crítico de Abengoa (ambas, matriz y su filial operativa Abenewco1) desde hacía lustros, había llevado a la CNMV a suspender su cotización el 14 de julio de 2020 y justificaba claramente la reprobación de su consejo de administración.
Su plan de viabilidad consistía básicamente en la obtención de una línea de financiación ICO de 230.000.000 euros (condicionada a una contribución parcial de la Junta de Andalucía de 20.000.000), una línea de avales de hasta 300.000.000 euros, la reestructuración financiera de su deuda -a través de acuerdos ya alcanzados- y acuerdos con proveedores comerciales. A todo ese conjunto de medidas se le denominó “Plan Vellocino”.
Sin embargo, el grupo de accionistas minoritarios encuadrado en “Abengoa Shares” se oponía a apoyar dicho plan de viabilidad -que sabían que podría salvar la empresa- sencillamente porque les resultaba perjudicial en tanto diluía su participación a un 2,7%.
¿Qué es esto? ¿Capitalistas preocupados antes por su bolsillo que por el bien de la humanidad? ¿De dónde ha salido esta gente?
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