Momento truculento en el sector inmobiliario
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Un gran partido político español propuso hace unas semanas convertir el edificio de Gesa, a la entrada de Palma de Mallorca, en un museo. Es una gran idea, y los mallorquines más mordaces han propuesto que, en lugar de arte, se destine a exposiciones sobre corrupción.
El edificio Gesa, típico mamotreto antiguo que se cae a cachos después de años de peleas sobre su propiedad y uso, simboliza uno de los casos más bochornosos de la corrupción local: el desfalco de Can Domenge. Su arquitecto original fue asesinado en el tardofranquismo y en 2009 apareció en sus despachos el cadáver de un joven. Y esto no es ni siquiera lo más retorcido del caso.
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