La economía española, pues mal, oiga
Un país cada día más pobre y con más funcionarios; hasta aquí hemos llegado, Nvidia; cómo la bolsa estadounidense machaca a todas las demás bolsas
El argumentario favorito de los Demócratas estadounidenses que buscan la reelección de su candidato como sea es el mismo desde hace meses: la economía va guay, pero los feik nius desinformadores le mienten a la gente para convencerle de que mal, y debemos insistir todo el tiempo en lo bien que va la economía.
Este argumentario, no hace falta que se lo diga, ha sido copiado punto por punto en nuestras orillas, como suele ocurrir con todo lo que dicen, piensan o hacen los yanquis. Así que los propagandistas del régimen opinan que la economía española va súper bien, poniendo énfasis en muchos de los mismos indicadores que señala la prensa estadounidense para defender a los demócratas, y la prensa francesa para defender a Macron, y la prensa alemana para defender a Scholz, etc. El problema, explican, es la gente mala que se mete con Pedro con sus feik nius.
De uno de esos indicadores ya he hablado bastante por ejemplo aquí, así que no quiero insistir mucho; es la caída del paro, en mínimos desde la crisis de 2008, pero al coste de haber disparado la contratación de funcionarios y futuros votantes del PSOE:
Una de las características menos conocidas de la economía española es su gran capacidad para rebotar con más fuerza que la media europea después de sus crisis. Esto es en parte consecuencia de que esas crisis (como las de 1992-95 y 2009-2012) suelen ser más profundas y dañinas que las que sufren otros países europeos; pero es también consecuencia de que España tiene una menor presión fiscal que la mayor parte de países europeos, en gran medida porque tiene una administración menos costosa, con muchos menos funcionarios, que muchos otros.
La menor presión fiscal explica, por ejemplo, que las recuperaciones españolas siempre sean más marcadas y duraderas que los tímidos rebotes típicos de economías igualmente propensas a las crisis profundas, como Grecia, Portugal o Italia. Ésta es quizás la última gran ventaja competitiva que le queda a España y es algo que varios gobiernos y sus economistas de cabecera llevan años tratando de corregir, aduciendo (con razón) que España recauda menos impuestos como porcentaje del PIB que la media de la Unión Europea.
Por eso, me admira que la administración de Pedro Sánchez haya decidido coger el toro por los cuernos y liarse a contratar funcionarios en masa, matando tres pájaros de un tiro: crea una bolsa de voto cautivo y agradecido; rebaja el desempleo, a costa de aumento del déficit y la deuda; y justifica futuras subidas de la presión fiscal para reducir el déficit y contener la deuda, al darle argumentos a los políticos de siempre y sus economistas. Total, para qué queremos ventajas competitivas.
Las cifras sobre este tema son terroríficas: ahora mismo, y por primera vez, hemos llegado a más de 3,5 millones de personas que cobran su nómina directamente del estado (sin contar a los pensionistas) incluyendo ahí todos los funcionarios de oposición y los que no lo son; mientras, el número de autónomos está en 3,3 millones, habiendo rebotado este año después de un bajón en 2023.
Si piensan que esto igual no es para tanto, miren esta gráfica que pongo abajo. A la izquierda está la distribución total de la población española, dividida entre pensionistas, empleados públicos y empleados privados (incluyendo autónomos). A la derecha, la misma distribución, pero solo del segmento de gente más adinerada, los seis millones que declaran ingresos anuales por encima de 30.000 euros.
Exacto: los funcionarios no solo tienen trabajo fijo con condiciones casi siempre superiores a las del sector privado. Ahora también son la aristocracia de la España de Pedro. Mientras, la pequeña y mediana empresa sigue sufriendo el ancestral desprecio que ha sufrido durante generaciones. Y, a todo esto, la masa salarial apenas ha aumentado en España, pese a haber más personas trabajando: solo se reparte entre más empleados por el aumento de la precariedad.
Otros indicadores que se citan a menudo son fáciles de contextualizar, y muchos de los pronunciamientos de la prensa del régimen son puros bulos, como este artículo que señala que presuntamente el FMI admitió que la subida del salario mínimo sacó de la pobreza a un millón de personas, cuando en realidad a lo que se refieren es a un cálculo técnico que no tiene nada que ver con la realidad. Lo mismo se puede decir sobre los ocasionales artículos sobre lo mucho que crece una economía que es de las peores de la eurozona desde hace tiempo, con una renta per cápita estancada a pesar del incremento brutal de la deuda estatal.
Con todo, también hay que destacar que hay indicadores de la Pedro-economía que no han tirado hacia abajo. Por ejemplo, la deuda externa bruta de España está en 167,3% del PIB (es decir, acercándose al doble del PIB), lo que no es bueno pero no es horrible. Esta deuda es la suma de la deuda privada (de las familias y las empresas y la del gobierno) y en general ha estado más o menos constante desde la crisis de 2008, cuando el gobierno empezó a asumir deuda del sector corporativo y de las familias, a medidas que los otros dos componentes se desapalancaban.
De hecho, la deuda externa NETA ha caído a mínimos desde 2006. Este indicador es complejo, y computa por un lado la deuda externa bruta y por el otro los activos de un país; generalmente se denomina posición de inversión internacional, y no deuda neta, pero tampoco hay que ponerse finolis. Es importante explicar, sin embargo, que la caída de este indicador tiene truco, y se debe en parte a la estabilización de la deuda como componente del PIB (lo que expliqué en el párrafo anterior) y en parte a la subida relativa del valor de los activos extranjeros en manos de ciudadanos españoles:
Este indicador mide la diferencia entre los activos extranjeros en manos de españoles (un español con acciones de Amazon) y los activos españoles en manos de extranjeros (una empresa saudí con acciones de Telefónica, por ejemplo), es decir, muestra la posición financiera neta de un país respecto al resto del mundo. Revela si esa economía es acreedora neta (le deben más de lo que ella debe) o deudora neta (lo opuesto).
Países como Alemania, por ejemplo, tienen una posición acreedora neta de casi 3 billones de dólares (los alemanes tienen un buen pedacito del mundo gracias a su propensión al ahorro/superávit comercial). Esa posición de Alemania, además, genera dividendos, intereses y otros rendimientos que incrementan la renta disponible de los alemanes. Otros países como Grecia, Chipre o la propia España vienen siendo deudores netos desde hace décadas.
De este modo, la PIIN es el resultado de los sucesivos movimientos del saldo de la cuenta corriente (variable de flujo), pero también depende del comportamiento de los activos en los que se invierta ese superávit/déficit por cuenta corriente. En el caso de España, los últimos superávits por cuenta corriente (exportamos más de lo que importamos en parte gracias al turismo)…
Esto hay que explicarlo: en las cuentas estatales, ese maravilloso y confuso invento que a veces parece más una fantasía contable que algo tangible, la actividad económica generada por el turismo se considera “exportaciones de servicios”. Seguimos:
…han ayudado a colocar al país en esta posición que no veía hace casi 20 años. No obstante, hay otros factores que han contribuido sobremanera a reducir este 'endeudamiento' en los que el buen hacer de los españoles (empresas, gobiernos y familias) ha tenido poco que ver.
El propio Banco de España explicaba en un documento anual que la Posición de Inversión Internacional (PII) deudora neta de España ha corregido con intensidad "como resultado principalmente del avance del PIB nominal, pero también, aunque en menor medida, del saldo positivo de la cuenta financiera y de unos efectos valoración positivos en términos netos, debido esto último a un descenso del valor de los pasivos mayor que el de los activos".
De modo, que el BdE admite que la caída de la PIIN se debe en buena parte al crecimiento del PIB nominal (truco o ilusión), que ha disfrutado del empuje sin precedentes en las últimas décadas de la inflación (deflactor del PIB). Ante un fuerte incremento del denominador (PIB nominal) ha sido más sencillo reducir el numerador (deuda externa neta).
En resumen, la deuda externa neta baja. No quiere decir gran cosa, a nadie le impresiona mucho y afecta bien poco a los costes españoles de financiación de España, pero ahí queda eso, Pedro. Ole. Al César lo que es del César.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Finanzas Políticas para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.