Cómo salvar el mundo usando el progrecapitalismo
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Larry Fink es el desconocido más famoso del mundo, el multimillonario anónimo con más poder, el Bill Gates/Warren Buffett/Elon Musk desconocido por los masas. En particular, es el consejero delegado de BlackRock, la mayor firma de gestión de activos del mundo, y está convencido de que va a salvar el mundo usando el progrecapitalismo – y tu dinero, lector.
En un reciente perfil en el Wall Street Journal, Fink se revela como una personalidad curiosamente llena de opiniones personales, teniendo en cuenta que su fortuna se ha hecho sobre la base de ser, al menos para lo habitual en los mercados financieros, extremadamente neutral y moderado en sus inversiones, aunque siempre rentable para sus clientes.
Ahora mismo, BlackRock gestiona unos US$10 billones (con B, de los billones nuestros: es decir, unas 6 economías españolas) en fondos de pensiones, dotaciones, fondos de inversión de diversos tipos, fideicomisos, etc. Esto equivale a más del 10 % del producto interior bruto mundial. Sus fondos se encuentran entre los tres mayores accionistas en más del 80 % de las empresas del S&P 500; como administrador de millones de inversionistas, BlackRock ejerce un amplio poder de voto, que utiliza para respaldar a equipos gestores, para empujarlos en nuevas direcciones o para enviarlos a su p… casa si no hacen lo que dice.
Blackrock es tan poderoso que ha llegado a tocarle las narices al mismísimo emperador galáctico Elon Musk, cuando se lanzó a acumular bitcoin en Tesla. Blackrock es accionista clave en, por ejemplo, Iberdrola, donde de momento tolera al presidente Ignacio Galán. Tiene sus zarpas por todos lados, hasta el punto de que en 2020 anunció que pondrá presión sobre empresas de todo el mundo para que consigan una mayor diversidad étnica y de género en sus juntas directivas y su plantilla, usando su gran influencia – dado que es accionista, a través de sus fondos, en numerosas firmas de casi todos los sectores – para votar en contra de los directivos que no tomen medidas en este sentido.
Para empezar, BlackRock ha estado pidiendo a las empresas estadounidenses que revelen la composición racial, étnica y de género de sus empleados, como las medidas que están tomando para promover la diversidad e inclusión. Y no está sola: el gestor de fondos State Street Global Advisors ha anunciado medidas similares, mientras que Nasdaq ha dicho que la mayoría de las empresas que cotizan en su bolsa de EEUU tendrán que tener en cuenta principios interseccionales en la composición de su consejo de administración.
Blackrock no va de farol. Hace unos meses, Engine No. 1 LLC, un fondo activista en favor del progrecapitalismo, ganó una batalla por el poder en la gigantesca petrolera Exxon Mobil Corp. pese a ser minúsculo y tener sólo un puñado de acciones; lo que tenía es el apoyo de grandes administradores de índices como BlackRock Inc.: Engine No. 1 le dio a BlackRock lo que quería (influencia práctica sobre Exxon), y BlackRock le dio a Engine No. 1 lo que quería (una victoria en una pelea por el poder).
Fink – como fundador y jefazo de este chiringuito, lo más parecido a una ultra-super-corporación en una novela de ciencia ficción – es, en resumen, un tipo importante. Muy importante. Fíjense en lo que dice el Journal, en su perfil:
Fink les dice a los consejeros delegados que sus empresas deben prepararse para una reducción de los combustibles fósiles y que el sector privado debe trabajar con los gobiernos para hacerlo. Advierte sobre las disrupciones que el cambio climático podría causar tanto en la economía como en los mercados financieros, pero ve una oportunidad de inversión histórica en el cambio energético. Es un argumento que señaló en conferencias en Davos, Venecia, Riyadh y Glasgow durante el año pasado.
“Este es el comienzo de una transición larga pero que se acelera rápidamente, una que se desarrollará durante muchos años y remodelará los precios de los activos de todo tipo”, dijo en una carta a los directores ejecutivos el año pasado.
El poder de Fink, combinado con su defensa de un tema candente, lo ha convertido en un punto crítico para activistas, políticos y sindicatos, tanto para aquellos que piensan que BlackRock no está haciendo lo suficiente como para otros que dicen que está haciendo demasiado.
Fink dice que BlackRock actúa como una voz para sus inversionistas. Fink, quien se describe a sí mismo como un demócrata conservador, dice que no actúa como un político cuando dice que los inversionistas y las empresas deben trabajar junto con el gobierno para abordar problemas generales. Cuando las empresas desempeñan un papel, dice, reducen la necesidad de que los gobiernos se involucren en gastar vía déficits para abordar los problemas.
“Creo en el poder del capitalismo estadounidense”, dijo Fink.
Visto lo visto, podría decirse que Fink es el más perfecto representante del progrecapitalismo. Progresista + capitalista. Esto es una nueva especie. Hace veinte años, había simpatizantes del Partido Demócrata en la gran empresa, por supuesto, pero incluso a ellos les habría costado posicionarse como lo hace Fink, no porque estuvieran menos preocupados por los problemas del mundo, sino porque el zeitgeist ahora es otro.
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