El colapso del repositorio de criptomonedas FTX puede ser el mayor freno a la recuperación del ecosistema cripto, y una de las bancarrotas más espectaculares de la historia de las finanzas. Sospecho que dentro de décadas seguiremos hablando del modo en que miles y miles de millones de dólares se evaporaron, y es importante entender por qué y las implicaciones del caso.
Permítanme añadir que lo de FTX va más allá de lo puramente financiero, en cuanto que el mayor accionista y fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, era quizás el mayor financiador de proyectos de Altruismo Efectivo, un movimiento tremendamente prometedor que está creciendo por todo el mundo (y eso incluye a España) y que ahora puede ver un serio freno a su expansión.
La noticia es mala lo miremos como lo miremos. Y cada día que pasa conocemos más detalles escabrosos, ahora que todos los mejores reporteros del mundo están sobre la pista de las decenas o cientos de personas damnificados por el asunto que tienen cosas que contar al respecto, y basura que echar encima del amigo Sam.
El colapso de FTX fue, como suelen ser los colapsos bancarios, bastante rápido: el martes pasado, el repositorio se quedó sin dinero, lo que le resultó una gran sorpresa a toda la gente que había estado depositando su cripto con ellos desde que fue fundado en 2019, y no se había leído la letra pequeña.
Lo que la letra pequeña decía, para cualquiera que se molestara en leerla, es que FTX (a diferencia de, por ejemplo, Kraken) se reservaba el derecho de tomar los depósitos de sus clientes y “jugar” con ellos, como hace cualquier banco convencional.
Todos sabemos que si todos los clientes de un banco normal y corriente quisieran sacar sus depósitos al mismo tiempo el banco se iría a la bancarrota, porque siempre hay una mayor cantidad de dinero en juego (prestado a otros clientes, invertido en diversos activos, etc) que lo que hay disponible de forma líquida, semi-inmediata, para responder a este tipo de situaciones.
FTX estaba, no igual, sino en peores condiciones que cualquier banco convencional: después de meses de caídas de los valores cripto que depositaba, no tenía ya ni siquiera un mínimo colchón de liquidez. Las estimaciones del Financial Times son que el colchón sumaba unos US$900 millones de activos liquidables, un 10% de lo que precisaba para cubrir sus obligaciones financieras.
La peor noticia es que el colchón no era ni siquiera propiedad de FTX, sino de sus clientes y dueños: por ejemplo, ahí está incluida una participación de cientos de millones de dólares en el broker online Robinhood, propiedad de una firma bajo el control de Bankman-Fried que no ha sido incluida en las declaraciones de bancarrota.
Los detalles están del todo en el aire, y siguen apareciendo más y más artículos que sin duda nos darán más contexto, pero parece que el problema fundamental de FTX era que tiene muchos préstamos impagados con Alameda Research, una empresa de comercio de criptomonedas fundada en 2017 por Bankman-Fried.
Es decir, que Bankman-Fried descapitalizaba una empresa que había fundado para capitalizar a otra, que había fundado antes. Lo que hace a uno sospechar que FTX fue, desde el principio, una especie de salida hacia adelante a lo bestia, o al menos un grandioso salto al vacío.
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