Algo se pudre en Alemania
El escándalo Wirecard apesta cada día más, y del sector aumovilístico ni hablamos
La mayor economía de Europa afronta unos años difíciles, gracias a su decisión de desconectarse de las materias primas rusas, después de haberse desconectado previamente de la energía nuclear. Pero además hay un olor a podrido que sale del mundillo corporativo alemán y que resulta preocupante.
El escándalo Wirecard, por ejemplo, es chocante. Cuando primero escribí sobre el tema, hace un par de años, me resultó difícil transmitir la magnitud de la incompetencia que reveló la élite financiera alemana al dejarse engañar, a lo grande, por un grupito de estafadores donde dos décadas:
En resumen: una compañía dedicada al procesamiento de pagos y provisión de servicios fundada en 1999 fue declarada insolvente el año pasado. Su ex director general, dos miembros del consejo y otros ejecutivos afrontan serias acusaciones de fraude, y el director de operaciones – un gran consumidor de drogas que presumía de tener contactos con servicios de inteligencia – está desaparecido, fugado a quién sabe donde. Sus auditores ni se enteraron de nada (vaya novedad, ¿eh?) ni se responsabilizan de nada.
En junio de 2020, Wirecard anunció que faltaban 1.900 millones de euros en efectivo, que había asegurado que estaban en una cuenta en Filipinas, mientras todo el establishment alemán ponía cara de póker y les daba premios por aquí y por allá.
El pufo ha dejado un agujero de unos 3.200 millones de euros, y se está cobrando piezas importantes, como la del jefe del regulador bancario alemán, quien merece un lugar de deshonor en la historia de las finanzas: primero metió la cabeza en un hoyo durante años mientras el Financial Times escribía artículo tras artículo indicando serias dudas sobre el estado de las cuentas de la fintech más famosa de la mayor economía de la eurozona; luego apoyó una investigación criminal contra el periodista del FT que investigaba a Wirecard; y luego prohibió la venta en corto de las acciones de Wirecard para proteger a la empresa y que pudiera seguir defraudando a todo el mundo.
Bum, ¿no? Pues hay novedades, cortesía del Wall Street Journal. En un artículo firmado por Bojan Pancevski y Max Colchester (que son tan veteranos que ya llevaban años y años en el Journal cuando yo me fui en 2016), se revela que cuando el director de operaciones de Wirecard huyó de la justicia en plena implosión del caso, en junio de 2020, tomó un jet privado hasta Bielorrusia, y desde allí le llevaron en coche a…
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