El negocio de vender apoyo político a Israel
Nadie en EEUU busca el voto pro-israelí, lo que quieren es el dinero pro-israelí; el negocio de Telegram es un pozo oscuro lleno de misterios; muerte a Google, siempre
Una de las historietas más curiosas de la época republicana romana concierne a Yugurta, rey de Numidia, un tipo que igual podría haber sido Benjamin Netayahu, actual primer ministro israelí.
Yugurta vivió en tiempos durillos para los reyes de territorios fronterizos con la República Romana, la segunda mitad del segundo siglo antes de Cristo. Ésta era la época de la generación de los abuelos y padres de Julio César (nacido en al año 100 a.C.) y hablamos de una generación muy violenta y corrupta, la que destruyó Numancia.
Para los generales y gobernadores romanos de la época, la decisión de iniciar una campaña a menudo era el resultado de un cálculo de coste-beneficio, y la lenta expansión de la frontera romana en, por ejemplo, Hispania, a menudo era el resultado de esa iniciativa individual, cuando veían oportunidad de sacar pasta del saqueo de terrenos bárbaros y la venta de tales bárbaros como esclavos. Como ya se conocían todos en Roma, el Senado se pasaba el día vigilando a los gobernadores demasiado ambiciosos, para evitar que provocaran guerras innecesarias: y cuando la frontera no se movía era porque muchos procónsules estaban felices de cumplir su mandato sin arriesgarse a la ira senatorial, con investigaciones de corrupción que podían destruir su carrera, a su regreso a Roma.
Los embajadores extranjeros en Roma entendían muy bien estas realidades y las comunicaban a sus amos en Alejandría, Seleucia y otros lugares. La renuencia del Senado a involucrarse en asuntos extranjeros sin necesidad creaba una enorme oportunidad para el soborno, ya que los enviados bien provistos con fondos para gastar podían encontrar fácilmente manos y oídos receptivos entre los senadores que no sentían que estaban traicionando los intereses romanos al aceptar dinero a cambio de no involucrar a la República en disputas lejanas; de hecho, estos senadores tenían cierta justificación para creer que estaban siendo recompensados por hacer lo correcto para Roma.
Muchos reyes extranjeros jugaron a este juego, pero nadie mejor que Yugurta. Este príncipe númida, nieto ilegítimo del longevo Masinisa –que derrotó a Aníbal en Zama con Escipión el Africano y después tuvo un largo reinado que sólo terminó con su muerte en 148 a. C., a la edad de unos 90 años– había hecho importantes conexiones en Roma durante la campaña de Numancia en el norte de Hispania; allí, sirvió a las órdenes de Escipión Emiliano y junto a Cayo Mario, y se volvió a sus pagos con una mala opinión sobre los brutales romanos.
A la muerte del hijo mayor y sucesor de Masinisa, Yugurta utilizó diversos métodos, incluyendo el soborno, para hacerse con el poder; en el 112 a. C., había acabado con su último rival y obtenido el control de todo el reino a costa de distanciarse de gran parte del senado romano, en parte debido a las masacres de ciudadanos romanos en Numidia que llevó a cabo durante la guerra.
El senado envió un ejército romano a África en 111 a. C., bajo el mando del cónsul Lucio Calpurnio Bestia, quien en lugar de luchar contra Yugurta llegó a un acuerdo con él, y le permitió conservar el trono númida, lo que desencadenó un alboroto en Roma en medio de acusaciones de, obviamente, soborno. Lo peor estaba por venir: a Yugurta se le dio salvoconducto para viajar a Roma y explicarse, y aparentemente sobornó a un tribuno para que este hombre ejerciera su poder de veto para impedir que Yugurta hiciera una declaración pública sobre sus anteriores sobornos a funcionarios romanos. Y, mientras todo esto sucedía, contrató a un matón para asesinar a otro primo suyo que se había refugiado en Roma, llamado Massiva, considerado ampliamente como un posible reemplazo para el trono númida; y luego sacó a escondidas al asesino de Italia.
Todo esto era demasiado incluso para los senadores más partidarios del soborno. Yugurta no era una amenaza para la República (de lo contrario, lo habrían asesinado mientras estaba en Roma, a pesar de las promesas de salvoconducto) pero había demostrado ser un rey vasallo excesivamente insolente. Después de que regresara a Numidia, una serie de generales romanos fueron enviados tras él; al final, el golpe de gracia lo dio Cayo Mario, el único que entendió que una gran victoria le redundaría en mayores beneficios que aceptar los sobornos de Yugurta y, como al final sucedió, sería su billete para subir al escalón más alto de la élite política romana.
Esta pequeña historia les puede enseñar cómo funcionan los lobistas israelíes en la política estadounidense. A menudo uno oye hablar del voto judío patatín y el voto judío patatán en EEUU, pero aquí lo que importa es el dinero, los sobornos. Los judíos estadounidenses representan menos de un 2,5% de la población y todo el mundo sabe que dos tercios de ellos votarán al candidato demócrata, sea un perro, una mosca rockera o Kamala Harris. Esto es así.
Los multimillonarios judíos son la clave, como explica aquí Steve Sailer, veterano observador de la política estadounidense, porque ellos no tienen particular aprecio por ningún partido. Su partido es Israel, en líneas generales: aunque muchos no son particularmente sionistas, defender al estado sionista de sus enemigos es el factor que une a un 90% de los judíos estadounidenses, ricos y pobres. Hay incluso un rap battle sobre esto, de una serie reciente, en el que se enfrentan dos abogadas cuyo único punto es común es que las dos son pro-Israel.
Sobre este tema mucha gente prefiere pasar de puntillas así que, como hago siempre, voy a poner los pies bien en el fondo del barro y que salga en todas direcciones. Porque, como explica Sailer, aquí la pregunta clave es “si alguna vez habrá suficientes donantes demócratas ricos antisionistas para que los políticos demócratas se vuelvan antiisraelíes”:
En 2019, busqué las raíces étnicas de los 50 principales donantes en las elecciones de mitad de período de 2018. Mis hallazgos:
De los 675 millones de dólares que los 50 principales donantes dieron según OpenSecrets, el 53 por ciento del dinero se destinó a candidatos demócratas o causas izquierdistas, el 44 por ciento a republicanos o conservadores y el 3 por ciento a organizaciones independientes o bipartidistas.
De los 50 principales donantes políticos a cualquiera de los partidos a nivel federal en 2018, el 52 por ciento eran judíos y el 48 por ciento eran gentiles. Se estima que las personas que se identifican como judías representan quizás el 2,2 por ciento de la población.
De los 675 millones de dólares donados por los 50 principales donantes, el 66 por ciento del dinero provino de judíos y el 34 por ciento de gentiles.
De los 297 millones de dólares que los candidatos republicanos y las causas conservadoras recibieron de los 50 principales donantes, el 56 por ciento provino de individuos judíos.
De los 361 millones de dólares que recibieron los políticos demócratas y las causas izquierdistas, el 76 por ciento provino de donantes judíos.
Así que los demócratas habrían estado locos en aquel entonces si hubieran adoptado una línea dura contra la política exterior de Israel, porque el 76% del dinero que recibían de sus pocas docenas de donantes más importantes provenía de judíos.
No todos los grandes donantes judíos demócratas son sionistas fervientes, por supuesto, pero los grandes donantes tienden a tener el tipo de personalidad que acompaña a los judíos estadounidenses que son pro-Israel. Los grandes donantes demócratas realmente quieren que su equipo gane, por eso están dando tanto dinero a los demócratas: para que puedan ganar.
Si son judíos, y la mayoría de los principales donantes demócratas lo son, tienden a ver a Israel también como su equipo, y una vez más quieren que su equipo gane.
De manera similar, a los ricos en Estados Unidos a menudo les encanta dar cantidades colosales de dinero a su equipo de fútbol universitario para que pueda ganar. Los judíos ricos, sin embargo, tienden a concentrarse en una parte del país, el noreste, donde el fútbol universitario no es muy popular. Así que el tipo de personalidades que desembolsarían dinero por los mejores linebackers si hubieran crecido en Alabama desembolsan dinero por Israel como su versión de su equipo de fútbol universitario favorito.
Sailer, un tipo minucioso, se fija después en si este panorama ha cambiado mucho en los últimos seis años. Para ello, se basa en un artículo detallado del New York Times sobre los mayores donantes a las campañas presidenciales de 2024, con el perfil de cinco donantes importantes para cada una:
¿Quiénes son los mayores donantes de Trump y Harris?
En la política presidencial, las campañas están impulsadas por multimillonarios. Aquí hay un vistazo a los donantes más influyentes. A continuación, la lista de los diez principales donantes del NYT y mis estimaciones rápidas de su origen étnico por naturaleza y crianza (pero no por creencia religiosa):
Grandes donantes de Trump:
Tim Mellon: 0 % judío
Elon Musk: 0 %
Miriam Adelson: 100 %
Dick y Liz Uihlein: 0 %
Linda McMahon: 0 %
Grandes donantes de Harris
Reid Hoffman: 0 %
George y Alex Soros: 100 %
Mike Bloomberg: 100 %
Dustin Moskovitz: 100 %
Jeffrey Katzenberg: 100 %
En cualquier caso, una vez más, muchos de los mayores donantes de los demócratas son más o menos judíos.
Esto no significa que los ricos donantes judíos demócratas se mantendrán automáticamente leales a Israel, especialmente mientras este siga desplazándose hacia la derecha y Netanyahu se alinee con los republicanos estadounidenses.
Pero sospecho que para la mayoría de los grandes donantes judíos demócratas, la mayoría de sus escrúpulos sobre la posibilidad de que Israel se convierta en un país de extrema derecha podrían ser apaciguados por el regreso al poder de un líder israelí alineado con los demócratas estadounidenses, como Benny Ganz. Si Netanyahu finalmente va a prisión por cargos de soborno y un amigo de los demócratas estadounidenses toma el poder en Jerusalén, eso parecería ser suficiente para apaciguar a los ricos donantes judíos estadounidenses: el Israel de Benny Ganz seguiría siendo altamente derechista según los estándares globales, pero al menos su tipo de israelí estaría ganando. Para los grandes donantes, ganar cuenta.
Los agujeros negros del caso Telegram
John Helmer, nuestro hombre en Moscú, vuelve para explicarnos cositas feas sobre el modelo de negocio de Telegram. Recordarán que Pavel Durov, el misterioso ruso que creó este app que todo el mundo usa o debería usar, está detenido en Francia mientras acepta darle acceso a sus comunicaciones encriptadas a los servicios secretos occidentales, porque sus gobiernos democráticos, queridos lectores, han decidido que “1984”, la novela de George Orwell, es un manual de gobierno y no una distopia.
Como explica Helmer, el grupo de empresas Telegram de Durov es una especie de caja negra incomprensible, razón por la que Durov no ha logrado obtener el permiso del regulador estadounidense para cotizar la empresa en Wall Street (se habló de una valoración de 30.000 millones de dólares, lo que está muy bien: 100 veces más de lo que vale Prisa, por ejemplo).
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